ANTONIO KOUKOULIS FERNÁNDEZ - NEURÓLOGO
El cerebro humano es fascinante, nos hace ser lo que somos, crea nuestros pensamientos, almacena y gestiona nuestros recuerdos, con él tomamos nuestras decisiones y es la herramienta con la que nos relacionamos con el entorno. Nuestro cerebro es el asiento de nuestra personalidad, hábitos, habilidades, temores y un sinfín de cualidades humanas que nos diferencian y hacen ser únicos, pero, ¡qué difícil es comprenderlo y aún más cuando enferma!; por ello, en estos casos, resulta fundamental la figura del neurólogo.
Por otra parte, la neurología abarca mucho más allá de las enfermedades cerebrales, encargándose de los problemas de la médula espinal, de las estructuras nerviosas periféricas y de los músculos; que representan otro gran grupo de enfermedades que solamente el neurólogo conoce a la perfección.
Desde mi punto de vista, un buen neurólogo no debe ser exclusivamente un excelente profesional experto en el sistema nervioso, sino también, y sobre todo, una persona abierta al diálogo, escuchando atentamente a sus pacientes, debe establecer una relación y un trato personalizado, de confianza, de forma que no solamente se ofrezcan respuestas científicas sino que se dé apoyo y consejo ante situaciones de importante cambio vital, como pueden ser el diagnóstico de procesos tan importantes como la enfermedad de Alzheimer o la enfermedad de Parkinson, por nombrar solamente las más conocidas.
Por último y no menos importante está la figura del cuidador o cuidadora, que nunca debe ser olvidada, ya que sobre ella recae una gran parte del problema. Esto bien lo saben aquellas familias que han tenido que cuidar a sus mayores con una demencia o alguna otra enfermedad neurológica degenerativa o con secuelas tras haber sufrido un ictus. Siempre entregadas y muchas veces incomprendidas, resulta fundamental prestarles atención y ayuda personalizada, pues su labor es primordial y debemos evitar que se “quemen”.
Tratar con personas con problemas neurológicos e intentar ayudarlas, sin olvidar el aspecto humano, colaborando en la mejora de su calidad de vida y la de sus cuidadores, representa el eje fundamental de mi labor como neurólogo.